Cuatro pasos para no cebarse en navidades

Cuatro pasos para no cebarse en navidades

Las navidades pueden darte miedo por muchas razones. Estampidas de padres desesperados en el Toys R Us, dramas protagonizados por familiares borrachos o encontrarte tarareando villancicos en la ducha. Sin embargo, una de las razones más comunes para temer a estas Fiestas del Mal es la comida. Entramos en un vórtice de comidas de trabajo, tapas con amigos y cenas familiares y, como dice mi padre, «a partir de cierto punto, empieza uno a sentirse como un blandiblú«.

Sin embargo, comer en Navidad es como conducir en Madrid: más complicado que en otros lugares, sin duda, y con más riesgos, pero contigo al volante. Nadie se adueña de tu cuerpo y lo ceba como a un pato. Sigues siendo tú, y sigues pudiendo poner en práctica los consejos para lavar tu cerebro de las dietas. Por eso, te propongo cuatro pasos sencillos asequibles para no cebarte en navidad.

1. Cambia tu objetivo

Con una sencilla búsqueda en Google, encontrarás muchos consejos o “tips” para no engordar en navidades. Pero si lo que queremos es no ganar peso, estaremos dirigiéndonos al síntoma en vez de tratar la causa. Puede que engordes en Navidad, o puede que no. El objetivo debe ser mantener una relación sana con la comida y disfrutar de las fiestas. Recuerda: no eres tu peso. Todos fluctuamos a lo largo de un año. En teoría, de hecho, empezar el invierno con un poco de grasita extra no debería ser tan horrible.

Repítelo en tu cabeza o incluso cuélgalo en tu nevera: mi objetivo navideño es mantener una relación sana con la comida. Si consigues ese objetivo, no engordarás o, al menos, no lo harás tanto como para que suponga un problema.

2. Evita el efecto “al carajo”

Quizá algunos recordéis este efecto. También conocido como “what the hell effect” o “efecto de violación de la abstinencia” en drogodependencia, es el malvado mecanismo que hace que, rodeado de suculentos manjares, digas alegremente: “¡un día es un día!” y te dediques a hacer con tu estómago el equivalente humano a rellenar un pavo.

Además, los humanos tendemos a agrupar los estímulos parecidos. En unas fechas llenas de “comidas especiales”, es más que probable que apliquemos a todo el periodo la etiqueta de “periodo especial” e introduzcamos «hábitos especiales»: terminar las comidas con un trozo de turrón, merendar dos polvorones o tomarnos una copita de anís por la noche. Estos hábitos no tendrían por qué ser malos, pero nos perjudican cuando no se guían por el hambre o por lo que nos apetece en el aquí y ahora, sino por habernos dado barra libre durante tres semanas.

Para evitar el efecto «al carajo», evita restringir. Si no hay abstinencia, no habrá violación. Así que:

  • Nada de dietas pre-navideñas. Si te pones a dieta en noviembre, llegarás a diciembre con el cerebro en modo hambriento, tanto desde el punto de vista psicológico como desde el fisiológico. Tu hambre aumentará, los estímulos alimentarios tendrán más importancia y, en fin, estarás preparándole al Atracón una casita la mar de cómoda.
  • Nada de ayunos pre-comida. Cuando llegue el momento, querrás comer por el hambre del presente y por la que llevas pasada todo el día, e ingerirás mucha más comida extra que la que has «ahorrado» por la mañana.
  • Nada de alimentos prohibidos. Guíate por tu hambre y por lo que te apetece. Si comes con la cabeza, tu cuerpo no podrá decirte que ya ha tenido bastante. Además, a no ser que tengas una voluntad de hierro (y si estás leyendo esto es probable que no sea así) caerás, y cuando caigas tirarás todas las demás barreras.
  • Nada de buenos propósitos. No sólo no vas a empezar una dieta ahora: tampoco vas a empezarla en enero, ni te vas a apuntar al gimnasio a no ser que de verdad te apetezca moverte. Si sabes que en cuanto termines las uvas empezarás a alimentarte sólo de pollo sin piel, comerás de más ahora para tapar el hambre de mañana. Además, vigila la desinhibición. Igual que el caballo entró en Troya cuando todos estaban tajándose y festejando la victoria, debilitar tus mecanismos de autocontrol hará más fácil que se desate el caos.
  • Modera o elimina el alcohol. Además de añadir calorías sin quitarte hambre, el alcohol aumenta la desinhibición y la impulsividad. Para colmo, la resaca contribuirá más aún a que te sientas triste, inadecuado, angustiado y con sentimiento de culpa. Si quieres sanear tu relación con la comida, estar atento y en contacto con tus emociones es fundamental. Disminuir la atención y cambiar artificialmente tus emociones no es una buena idea.

[Voy a insistir sobre este punto. MODERA O ELIMINA EL ALCOHOL. Piensa en las razones que te hacen beber más en navidad. Si necesitas una válvula de escape, haz deporte, sal al aire libre, escribe o dibuja. Si no aguantas a tu familia, no vayas a la cena o sé asertivo con ellos. Si te aburres con tus amigos, cambia de amigos. Machacarte las neuronas con tóxicos no te va a solucionar ningún problema.]

  • Gestiona el estrés. Nuestra capacidad para el autocontrol es limitada. Por eso, si pasamos el día conteniéndonos para no matar a alguien (tu madre, tus hijos o la lentísima cajera del súper), nos quedará poco autocontrol que ejercer frente a la comida.
  • Trata cada evento por separado. Si te atracaste en Nochebuena, no tienes por qué hacerlo también en Navidad. Esto no quiere decir que ayunes: simplemente, come cuando tengas hambre y para cuando hayas tenido suficiente.

3. Cuida de tu hambre

Si seguimos con la metáfora de la conducción por Madrid, el hambre es ahora tu GPS. Es el indicador más fiable. Si alguien sabe si has comido demasiado, si deberías saltarte el desayuno o si es buena idea servirte más tarta, ésa es tu hambre. Ella será la que marque la diferencia entre la culpa y el disfrute.

Llega con hambre a las comidas principales. Si empiezas a echar agua en un vaso que ya está lleno, no sabrás cuándo tienes que parar. No picotees mientras preparas los canapés, ni comas algo ligero para evitar atracarte. Verás la comida frente a ti y comerás, y como no tendrás hambre al empezar, no sabrás cuándo estás satisfecho.

Imagina un termómetro en el que 0 es hambre nivel me comería tu brazo, y 10 es estar lleno hasta no poder más. Deja que el hambre llegue a 4 o a 3 antes de empezar a comer y para antes de llegar al 9.

Modérate por las razones correctas. El hambre es la que te hace disfrutar de la comida, así que trátala como a un recurso limitado. ¿Tiene sentido atiborrarte de canapés cuando quedan tres platos y un postre? ¿Hay que probarlo todo si sabes que pasaréis tres días comiendo sobras? Recuerda que hay un mañana. Puedes pedir la receta del postre a tu cuñada o llevarte un tupper de lo que más te haya gustado para el día siguiente. Si estás en un restaurante, puedes volver con alguien y probar de verdad ese tartar de atún que ahora mismo te saldría por las orejas.

4. Disfruta

Ahora que te has dado cuenta de que puedes conducir por las navidades manteniendo tu sitio en el asiento del pasajero, disfruta del paisaje. Confía en ti mismo. Sabrás cómo reaccionar en cada momento, pero si fallas en algún punto, date una palmadita de aliento y sigue adelante. Como Edison, habrás aprendido una nueva forma de no hacer una bombilla, y estarás listo para empezar de nuevo.

  • Cuida tus emociones. Las relaciones familiares ultra-tensas, los niños hiperexcitados, el agobio de comprar regalos o los villancicos pueden poner tu sistema nervioso al límite. Si estás compensando todo esto con comida, frena un momento. Si lo que quieres de verdad es tranquilidad, o un rato para desconectar, o decirle a tu suegra que te deje en paz, busca la forma de conseguirlo. Y si no lo logras, no te conformes con comida.
  • Presta atención. La comida es algo maravilloso. Es un milagro cotidiano. Tener hambre y poder llenar la tripa te coloca en las filas de los privilegiados del planeta. No te pierdas eso por estar distraído, o por morirte de ansiedad y querer probarlo TODO. Respira, mastica y saborea.
  • No centres todo el placer en la comida. En las ocasiones especiales, disfruta de una buena conversación, canta villancicos, juega un rato con tus sobrinos, sal al exterior y da un paseo en el frío bajo las estrellas. Comer es divertido, pero vivir lo es aún más.

Besitos navideños.

[Imagen: Selbe B]

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8 comentarios
8 comentarios
  1. Elsa diciembre 20, 2013

    Pues aqui en Brasil lo unico que he visto navideno es el panettone, creo que no voy a tener problema para manterner una relacion sana con la comida.Tendre que conformarme con sonar con turrones nadando a traves del atlantico, con roscones de reyes voladores o con las frutas amazonicas.

    Feliz navimal amor

    Responder
  2. Cristina diciembre 21, 2013

    Gracias por el artículo, Marina.

    Estos últimos meses, después de leer otros posts tuyos sobre la comida, he estado poniendo en práctica eso de escuchar a mi cuerpo a ver si me entero de cuándo tengo hambre. ¡Flipante! Lo que me desconozco y las pocas veces que comía con auténtica hambre.

    Me está siendo realmente útil también eso que comentas en el punto 3: no tienes que probarlo o comértelo todo ahora. Antes sentía que si dejaba algo estaba perdiendo una oportunidad, ahora procuro verlo como que si me lo como todo pierdo la oportunidad de encontrarme bien para caminar de vuelta a casa sin querer tirarme al suelo en posición fetal y dormir la siesta en el bordillo de una acera, además de que se disfruta distinto cuando comes con hambre y atención.

    ¡Buenas fiestas!

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  3. Marta (Galicia) diciembre 21, 2013

    Nada, Marina, yo esto no lo he conseguido ningún año, para mí es ciencia ficción. Apenas fluctúo de peso (descontando quizás épocas de mucho estrés), pero en navidad mis tres, cuatro quilos de más no me los quita nadie, dependiendo de cómo de intenso sea mi efecto «al carajo», que en realidad está bastante presente en mí, jajaja! Me lo leí, así que a ver este año cómo va, go me!!! 😉 Un besote!

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  4. KHaL Yeleytr diciembre 24, 2013

    Mi técnica es sencilla, y muy efectiva: se basa en que la celebración no se haga en tu casa. Como al final todas las cosas ricas no las tienes en tu casa, comes sólo en los 3 momentos señalados y la tentación de las sobras no es tal; de hecho, normalmente lo que ocurre es que cuando vas a reclamar parte de las sobras, resulta que otros ya se las han comido.

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  5. Caro chan diciembre 24, 2013

    La verdad es que soy la rara de mi familia, paro cuando ya no tengo hambre y por mucho que me insistan en que pruebe tal o cual me mantengo en mis trece…en estas fechas no suelo pasar del marisco y como los dulces no son lo mio…pues creo que me mantengo!
    Otro truco es no pesarte hasta febrero! Jajajajaja Asi no te rayas!XD

    Me parecen unos tips muy acertados, gracias cielo por compartir tu sabiduría!!

    Chu!

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  6. Vanesa enero 2, 2014

    Pues este último mes he estado probando lo de diferenciar el comer por hambre o por otra cosa y me ha dio muy bien para no empacharme 🙂 al comer ya no llego hasta la gula y luego uno se siente mucho mejor. Feliz 2014!

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    • Zingou enero 28, 2014

      Hey, sweet friend! I’d love to join you on faoebcok but there are issues for creatives there – their legal agreement makes it okay for them to use any work you post there for any purpose without paying you – meaning they could make a book, t-shirts, etc. and you won’t be able to do anything about it. Be careful!!!

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  7. Cigi enero 7, 2014

    El efecto «al carajo» es muy poderoooooooso O_o

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