Cómo hacer las mejores palomitas del mundo

Pero ¿qué tienen que ver las palomitas con la psicología?

Quédate conmigo, jipi: lo sabrás al final de la entrada. Por otra parte, esto es sobre todo una terapia para MÍ. Ser psicóloga no es fácil. No tienes algo tangible que dar a los pacientes, como una receta para pastillas o, qué sé yo, un kilo de plátanos. A veces, a una le gustaría poder simplemente hacer una promesa y que se cumpliera: «lee este artículo y serás más feliz», «haz lo que te digo y encontrarás el amor». En psicología es difícil, pero hoy puedo prometerte algo: sigue estas instrucciones y harás unas palomitas de maíz deliciosas.

¿Qué son las palomitas? Un plato prescindible en lo que a nutrición se refiere. Un capricho indisolublemente asociado a la musiquita de Movierecord. Una excusa para rozar la mano con el chico que te ha acompañado al cine. Una manera de probar tu voluntad y ver si eres capaz de aguantar hasta que terminen los trailers.

Las palomitas no son un alimento: son un símbolo.

Por eso, jipi, tanto si te gustan como si no, dales una oportunidad a estas Increíbles Palomitas Caseras de Psicosupervivencia; pueden cambiar tu concepción de su estatus culinario. De comida basura a manjar gourmet en unos cuantos párrafos.

Si, por otra parte, no tienes claro que merezca la pena ensuciar una olla para hacer palomitas, teniendo las de microondas, observa esta foto:

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En efecto, jipi: es un paquete de Popitas en crudo. ¿Estás seguro de querer que esa grasuza blanquecina entre en tus arterias?

Ya tenemos la motivación. Ahora falta la acción.

¿Qué ingredientes necesitamos?

– Maíz crudo. De venta en tiendas de frutos secos o en grandes supermercados (en el Mercadona y en el Carrefour, que yo sepa, tienen seguro).
– Aceite de oliva virgen extra. El mejor que tengas. No ahorres aquí, porque será lo que le de ese sabor especial. Yo estoy usando éste, que compramos cuando estuvimos en Margalef en navidades.
– Sal glas (más sobre esto después).
– Otros condimentos al gusto. Pablo las hace dulces con sirope de ágave, y yo les añado queso Grana Padano, el parmesano de los pobres.

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La olla idónea es una mediana-grandecita; la que yo uso tiene 25 cm de diámetro y 12 de alto. Tendrás más posibilidades de éxito si tu olla tiene la tapa transparente, porque podrás controlar visualmente el proceso, pero tranquilo: también se puede hacer si la tapa es opaca.

Ahora, al lío.

En primer lugar, echa un par de cucharadas de aceite en el fondo de la olla. No hace falta que lo cubras entero; las Increíbles Palomitas Caseras de Psicosupervivencia, además, son light. Enciende el fuego a temperatura media y espera hasta que se caliente.

Añade el maíz. Aquí está el *primer secreto* de las palomitas perfectas: la cantidad. Nunca, JAMÁS debe ser mayor que la necesaria para cubrir el fondo de la olla. Es de vital importancia que todos los granos estén en contacto con la superficie.

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Baja un poco el fuego y ve meneando la olla para que todo el maíz se impregne de aceite y se vaya calentando por igual. Éste es el *segundo secreto*: la paciencia. La clave es calentarlas muy poquito a poco, para que cuando empiecen a explotar lo hagan todas al mismo tiempo y no se queme ninguna. Menea, calienta, menea, calienta y no hagas chistes fáciles sobre esta última frase, jipi, que estamos en un blog de nivel.

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En algún momento, la primera palomita estallará. ¡Albricias! Sentirás el asombro y, por qué no decirlo, también el susto que debió experimentar el primer indio al tratar de calentar una mazorca. No sé si lo que acabo de decir es racista, por cierto. Voy a preguntarle a Pablo, que es argentino y, por tanto, lo más parecido a un indio que tengo cerca.

Pablo dice que no es racista, pero que asumir que él es indio por ser argentino es (y cito literalmente) «típico de mi etnocentrismo de conquistadora». Bueno, qué vamos a hacerle. Espero que las diferencias culturales no nos cuesten el divorcio.

Sigamos.

Así que la primera palomita ha estallado. Poco después lo hará una segunda, y luego una tercera.

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Cuando esas pequeñas early adopters del calor hayan hecho su aparición, es tu momento de Master Chef Palomitero. Ahora es cuando hay que subir el fuego y esperar a que empiece el espectáculo.

El fuego debe subir lo bastante como para hacer que las palomitas comiencen a chisporrotear rápido, sin que puedas distinguir un «plop» de otro. Ahora la idea es hacerlas lo más rápido posible, para que las primeras espabiladas no se empiecen a quemar y, al mismo tiempo, no queden demasiados granos sin hacer; si no, cuando te hayas terminado el bol querrás comerte el maíz crudo, guiado por la gula y la inconsciencia, te frustrarás ante su dureza y te saltarán los empastes.

Aquí llega el *tercer secreto*: controla tu codicia. No quieras hacer TODO el maíz. Las palomitas son como las oportunidades: hay que aceptar que algunas no se abren. Entre la ambición y la humildad está el punto clave del buen Master Chef Palomitero: a efectos prácticos, este punto clave llegará cuando se espacie dos o tres segundos el sonido del maíz al abrirse. Ante la duda, apaga el fuego. Si has hecho bien la primera fase, a la que podríamos llamar la Fase Guarra (ya sabes: menea y calienta), el maíz tendrá una temperatura homogénea y se hará todo casi a la vez, así que en cuanto empiecen a distanciarse los plops, estará listo.

Aquí puedes ver un vídeo de las palomitas explotando. Pablo cortó antes del momento «dejar de explotar», que para mi gusto era el más interesante, diciendo que si no el vídeo quedaba «muy largo y aburrido». Es el problema de que nuestra generación tenga el attention span de una ameba. En cualquier caso, se ve mi enérgica sacudida de la olla: la intención es que los granos de maíz vayan cayendo hacia el fondo y que las que ya están hechas no se quemen por quedarse mucho rato en el mismo lugar.

[En realidad, desconozco si mis enérgicas sacudidas tienen ese efecto o son más bien como un ritual mágico que me tranquiliza, pero las palomitas salen bien así; quizá un día haga un ensayo doble ciego sin mover la olla, si descubro cómo salvar los problemas metodológicos.]

Aparta la olla del fuego y espera un poquito antes de abrir, porque si no una de las últimas laggards del calor te puede saltar en el ojo. También puede que te quemes con el vapor, así que ¡cuidado! Las ollas de casa no vienen con letreros de advertencia.

[Por cierto: después de haber hecho incontables tandas de palomitas en mi vida, ayer me quemé con el vapor como una idiota. Creo que mi inconsciente quería hacer un favor a los jipis y recoger este espeluznante documento gráfico.

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Pablo me ha impedido cambiar los ajustes de la imagen para que pareciera más grave. Dice nosequé sobre la ética periodística. En cualquier caso, el intenso dolor que sentí no aparece en la foto]

Por último, te revelaré el *cuarto secreto* de las palomitas perfectas: la sal glas. Este secreto proviene de generaciones y generaciones de Master Chef Palomiteros, y llegó a mis neuronas por casualidad cuando un día, en el cine, pedí un poco de sal extra para mis palomitas caseras. La sal estaba finamente triturada para pegarse de manera uniforme al maíz, en lugar de terminar en el fondo del plato juntándose con los malditos granos duros destroza-empastes. Si piensas que la sal glas no está al alcance de tu mano, permite que te corrija: basta con triturar en la batidora un poco de sal normal hasta que se haga polvito.

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Si las vas a hacer dulces, no les eches sal Perdón por la obviedad. Además de los condimentos ya sugeridos, puedes añadir curry, ajo en polvo o especias orientales. Lo dejo a tu imaginación.

[La idea de condimentar las palomitas me la dio El mundo después del cumpleaños, de Lionel Shriver, que es un libro maravilloso donde los protagonistas comen un montón de palomitas con especias]

Ahora viene la segunda parte del post. A saber: ¿qué tiene que ver esto con la psicología?

En primer lugar, las Increíbles Palomitas Caseras de Psicosupervivencia son extremadamente antidepresivas. ¿Por qué? Pues porque tu cerebro tiene asociado el olor de las palomitas al cine, y el cine al ocio y a pasártelo bien y, como ya sabrás, el olfato tiene una impresionante capacidad evocadora de memorias emocionales. Así que aromatizar tu casa con olor a maíz tostado te subirá el ánimo. No hay ningún estudio que corrobore esto, pero estoy segura de que podría ponerse en marcha, y quizá Popitas querría patrocinarlo; quizá no, teniendo en cuenta lo que he revelado sobre la sustancia blanca asquerosa que hay dentro de sus paquetes.

Además, lector, podrás practicar tus virtudes de paciencia y control de la codicia (segundo y tercer secreto, respectivamente), como si fueras mi pequeño saltamontes y yo tu sensei del maíz.

Otra cosa importante que puede aprenderse de la palomitas es que si uno hace algo un número suficiente de veces, presta atención a los detalles y procura no cometer dos veces el mismo error, llegará a hacerlo de forma excelente. Mis primeras palomitas caseras fueron una poronga*, pero miradme ahora: hasta doy lecciones sobre el tema.

Por último: esta receta fue originariamente enviada a los jipis de la lista de correo. Mucha gente me contestó diciendo que la pondría en práctica. Otros pocos me contaron, unos días después, que ya lo habían hecho. Y ahí está la clave: sólo los que hayan puesto en práctica la receta habrán comido ricas palomitas. Recuerda: leer no es hacer, así que en las palomitas, como en la vida, si quieres conseguir resultados, más te vale emprender acciones positivas. Ve ahora mismo a por maíz, o apúntalo en tu lista de la compra, y dales una oportunidad.

En fin, lector: después de esto, sólo te queda elegir una buena película, acurrucarte en el sofá solo o con tu acompañante favorito y disfrutar, incrédulo, del manjar en que puede convertirse algo tan simple. Lo único malo es que ahora las palomitas del cine te parecerán también una poronga, pero tengo la solución para eso: hazlas en casa y mételas en uno (o varios) tupper, y éstos en una mochila. Yo llevo haciéndolo años y jamás me han registrado antes de entrar; faltaría más, que soy una señora.

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*Poronga: vocablo argentino que designa al miembro masculino y que se utiliza para referirse despectivamente a algo (si te gusta escalar, la lluvia es una poronga) o para mandar a alguien a un metafórico lugar horrible (andate a la poronga**). Ver también: pija, garcha o choto***.

** Pablo insiste en que confiese que esa frase, en realidad, no se dice en Argentina. Que me la he inventado yo. Le he contestado que si a partir de ahora vamos a ceñirnos a la realidad en esta relación, la llevamos clara.

*** No conocía ésta antes de escribir el artículo, pero acaba de convertirse en mi favorita.

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26 comentarios
26 comentarios
  1. Caro chan febrero 10, 2014

    JAJAJAJAJAJAJA

    No he podido parar de reír, y hasta me he marcado un bailecito con la de mooooviiierrreeecorrdd chan, chanan channanana naaaaaa!!!XDDD

    Que bueno..y ahora quiero palomitas! Hasta las huelo y todo! Y si debo confesar que no sabía como ibas a enlazar el hacer palomitas con algo psicológico…chapó! ^.^

    Chu!!!

    Responder
  2. Juan Carlos febrero 10, 2014

    Viendo el video huelen y todo! Ya tengo el maiz! 😉

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  3. Diego febrero 10, 2014

    Se te olvidó indicar cuando se utiliza el grana padano, me ha llamado la atención que se pueda utilizar queso en las palomitas. Y es que ese queso está buenísimo, por muy de pobres que sea, jeje.

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    • Marina febrero 11, 2014

      Yo se lo pongo al final, porque si lo echo antes se quema. El problema es que entonces se va yendo al fondo, pero lo que hago es ir restregando las palomitas contra el queso antes de comerlas. Guarreteoso y entretenido. Tengo que perfeccionar eso xD

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      • Diego febrero 11, 2014

        ¡Pero tendrá que estar de escándalo! ¡Habrá que probar!

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  4. Silvia febrero 10, 2014

    Mmmmmmmmmmm
    ¡ Que tentacion!
    Revisare mi correo porque no recuerdo haber recibido nada..

    Señorita…Hay una vecina en el 29 que te sigue esperando.

    Que te pongas bien del todo pronto
    :))

    Un beso
    Silvia

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  5. Juan Carlos febrero 11, 2014

    Me encanta esta frase: Las palomitas son como las oportunidades: hay que aceptar que algunas no se abren

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  6. R. febrero 11, 2014

    JAJAJAJAJAJA, ¡me encantan ese 20% más de chistes sobre argentinos! Y ya iba por el suelo de risa cuando me sale con la ética periodística. Sois un amor.

    Responder
  7. Mauri febrero 11, 2014

    El otro día probé por fin a hacerlas. Salieron muy buenas, pero creo que aún tengo mucho que mejorar en el tema de la condimentación, le eché encima del aceite una media cucharada sopera de mantequilla y no me dió la sensación de que se notara nada, igual me quedé corto. Eso sí, por una absoluta casualidad del destino se explotaron TODOS los granos :-0, y no se llegaron a quemar!! Será por que la hornilla es de inducción y mete candela uniforme y rápidamente? Quién sabe…

    Responder
  8. José Carlos DS mayo 23, 2014

    Qué gran verdad que al oler palomitas siempre viene a la mente el cine y eso es realmente placentero. Como dices la codicia es muy mala consejera, ya sea de microondas o en sartén, como te pases de listo te quedas sin ninguna 🙂

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  9. José Ramón septiembre 22, 2014

    No recuerdo ahora como he llegado hasta este post un poco viejillo, ni voy a tratar de recordarlo.
    Brutal.
    Tienes un nuevo seguidor. Si el resto está a la altura, un fiel seguidor.

    Gracias

    Responder
  10. Ainielle noviembre 3, 2014

    Buscando como hacer palomitas he llegado a este post. Gracias por hacerme sonreir, y por contarme el secreto de las palomitas.
    Y como tu has dicho, leer no es hacer, así que ahora me pongo a ello.

    Responder
  11. palomitero noviembre 3, 2015

    yo estoy en duda en comprar un palomitero para navidad y todavia no se cual elegir…Mariana cual me podes recomendar?.

    Responder
  12. Max marzo 30, 2016

    Malditas palomitas de mierda nunca me quedan bien. :’ -(

    Responder
    • Marina marzo 30, 2016

      ¡Oh, no! Si me dices qué problema tienes puedo tratar de echarte un cable, Max 🙂

      Responder
  13. antuanel abril 17, 2016

    Hola Marina, me ha encantado el ritmo que le has puesto a la descripcion de la receta, yo creo que entre candido y subversivo, lo podriamos llamar «candiversivo». Mientras leia ha penetrado el olor del maiztostado por mi nariz y lo he vito saltar en la cazuela de mala leche, como diciendo, que carajo haces?.
    En cuanto a la sicologia no creo en ella, me parece que analizar la mente de alguien y sacar conclusiones objetivas es practicamente imposible, como decia un torero » lo que no puede ser, no puede ser y ademas es imposible»
    Gracias por la receta, nunca he hecho palomitas pero, no pasa de esta semana el hacerlas
    Saludos

    Responder
  14. Alejandra M mayo 17, 2016

    Me dieron ganas de comer palomitas, y menos de ganas de seguir llorando y pensar en … Me pregunto si les podré agregar algo de picante y limón, quedarían bien 🙂
    Gracias Marina.

    Responder
  15. María agosto 8, 2016

    Hola Marina,

    Eres tan divertida, me parece muy entretenido aprender y reflexionar diviertiendome!!
    Se me antojaron tanto las palomitas que estoy esperando la hora de salir de la oficina
    para ir a comprar el maíz . Saludos desde México!!!!

    Responder
  16. Cristina abril 21, 2017

    Que bueno tu relato. No sé si me saldrán tan perfectas (soy experta en quemar cazos) pero lo que es seguro es que me voy a reír haciendolas!

    Responder
  17. Jorge Laines mayo 28, 2017

    Leí muchos post sobre como hacer palomitas y por fin HOY con estos tips logré hacerlas geniales. Muchas gracias!!!

    Responder
  18. jose felix junio 6, 2018

    hola Marina..
    me has ganado con eso de «me gusta la gente»

    (

    Responder
  19. Armando mayo 7, 2019

    Yo me queme igual (me dolio un poco, solo hasta que empece a ver la pelicula y comer las palomitas) y lo malo es que ya tengo la cicatriz de la guerra, pero eso si que rico me supieron las palomitas.

    Responder

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