No compares tu interior con el exterior de otros

Captura de pantalla 2015-05-12 13.37.26En abril pasé dos semanas escalando en la isla griega de Kalymnos con mi chico. El tercer día de escalada coincidimos con una pareja americana: él era pelirrojo y delgado; ella rubia, con unos grandes ojos azules y un cuerpo delgado y musculoso. Mientras aseguraba a Pablo, pude ver cómo la chica escalaba una vía dura. Hay una expresión en escalada que es «se la meó», y que quiere decir que el escalador hace la vía con una facilidad extrema: es lo que hizo la chica con esta. Fluía pared arriba en unas posturas que parecía irreales, respirando con calma, sacudiendo los brazos, bailando por la pared. Me quedé tan alucinada que no tuve más remedio que decírselo cuando bajó. «Muchas gracias», contestó, sonriendo con timidez.

Días después de volver a casa me he enterado casualmente de que la chica era Rannveig Aamodt: una escaladora profesional patrocinada por marcas importantes. ¡Con razón se meó la vía!. No es americana, sino noruega, aunque vive en Colorado con su marido.

Una foto publicada por Rannveig Aamodt (@rannveigaamodt) el

 

Si has aguantado estos dos párrafos pensando «y a mí qué me cuentas, Marina», ahora viene tu recompensa. Resulta que hace tres años Rannveig se cayó desde lo alto de una vía de 15 metros en Turquía. Se partió la pelvis, el codo y los dos tobillos. Tuvo que estar varias semanas en silla de ruedas y pasar por una rehabilitación muy dolorosa. La historia del accidente es brutal, y su marido le hizo unas fotos conmovedoras y muy bonitas. Échale un vistazo si te defiendes con el inglés.

[Nota: este es el tipo de historias que no debería compartir en mi blog, so pena de que mi madre me llame y me diga «ay, Pitu, por Dios, tú no te vayas a caer escalando, ¿eh? ¡Y ni se te ocurra ir a Turquía!«]

Rannveig cuenta en su blog que todavía le duelen los tobillos por la mañana y cuando escala las primeras vías, hasta que entra en calor. De hecho, explica que ahora tiene que relacionarse de forma distinta con el dolor, porque ya no sabe si le duele porque está sobreentrenando o es simplemente consecuencia de la lesión y debe sobreponerse a él.

No podemos saber por lo que están pasando los demás

Leí hace poco en algún sitio la frase que encabeza el artículo: «no compares tu interior con el exterior de otros». Soy psicóloga y leo muy a menudo frases inspiradoras-épicas-impactantes, así que mi umbral de asombro con este tipo de cosas es alto; aun así, esta frase se me quedó grabada. Yo ya sabía que no debemos compararnos con otros, que somos suficiente, pero no se me había ocurrido que estuviésemos comparando magnitudes distintas: algo con tan poco sentido como comparar peso y altura, o huevos con castañas.

Cuando conocí a Rannveig Aamodt vi lo que podría ver cualquiera en el sector: una chica joven y guapa que escalaba muy bien, que parecía feliz y segura de sí misma. Que «se meaba» una vía que a mí me hubiera costado sudor y sangre probar, como si no le costara ningún esfuerzo. No podía ponerme en su piel, sentir el dolor de sus cicatrices o el recuerdo de su miedo. No tenía ni idea de lo mucho que le ha costado llegar hasta ahí.

Las personas mostramos nuestra parte bonita. Esto no es nuevo. Las redes sociales solo están exagerando lo que se ha hecho de toda la vida: mantener una apariencia de normalidad, felicidad y éxito aunque por dentro de estés muriendo del asco. Y no podemos acceder al interior de los demás ni aunque nos lo cuenten. Cuando alguien te dice que le duele algo, ¿qué parecido tiene tu imagen momentánea de ese dolor con su experiencia continua a lo largo de horas, o de días, o de años?

Mejor sin juicios

Es fácil decir «me encantaría escalar como Rannveig Aamodt» sin saber que a ella le duelen las articulaciones. Es fácil decir «me encantaría tener el trabajo de Pepito» o «ojalá mi matrimonio fuera tan bueno como el de Juanita», sin saber que Pepito tiene que tomar tranquilizantes porque está estresadísimo o que Juanita está angustiada porque no sabe si quiere a su marido.

Con esto no quiero decir que tengamos que estar todo el rato buscando la parte mala de la vida de los demás para sentirnos mejor con nosotros mismos. Eso es agotador y no nos vuelve más compasivos, sino más críticos. Quiero decir que comparar nuestro interior, nuestra lucha diaria contra las trampas de la mente y las insatisfacciones de la vida, con el exterior pulido de los demás, no es justo.

No es justo para nosotros mismos y no nos ayuda a recordar que somos suficiente.

Tampoco es justo para los demás. Como decía Platón:  «sé amable, porque cada persona que encuentras está luchando su dura batalla».

Es muy probable que no seamos capaces de dejar de compararnos, o de juzgar. Pero quizá podemos introducir un poco de espacio entre el juicio de la mente y nuestra reacción. Quizá podemos abrirnos a la posibilidad de que tanto nosotros como los demás hacemos lo que podemos en esta vida, que es bastante difícil.

¿Qué opinas, jipi? ¿Te comparas a menudo con los demás? ¿Te juzgas con demasiada dureza? ¡Compártelo en los comentarios!

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22 comentarios
22 comentarios
  1. Deira mayo 12, 2015

    Muchas gracias por esta entrada, Marina. Me hacía falta leer algo así 🙂 Y qué barbaridad la historia de la escaladora esta, madre mía :S

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  2. Nancy Lucio mayo 12, 2015

    Me gusto esa frase: «No compares tu interior con el exterior de los demás». Ojalá podamos despojarnos del criticismo, de juzgar lo que vemos en otros. Trabajo en ello constantemente. Gracias.

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  3. flor mayo 12, 2015

    Tienes mucha razón. A veces criticamos a los demás por las cosas que tienen, aun cuando no sabemos por las cosas que han tenido que pasar. Yo siempre soy amable y me gusta hablar de cosas buenas y bonitas, y no es por presumir, si no que se siente bien hablar de cosas buenas, ya las cosas delicadas y luchas es para la personas cercanas o quien quiere saber sin juzgar. Mis hermanos varones suelen criticarme sin siquiera saber que he pasado por miedos, estres, angustias en la toma de mis decisiones en la vida. Y así lo he visto en otras personas.

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  4. Natàlia mayo 12, 2015

    Estimada Marina,
    Este post me viene «al pelo»: convaleciente de un accidente de moto pero con «solo» una vértebra fracturada, tu entrada me llena de buen ánimo y fortaleza para seguir adelante con mi recuperación, desde mí misma y sin lamentarme de mi actual situación de «parón».
    Desde el primer momento que supe que me esperaba una baja laboral larga y de reposo casi absoluto, me dije que la vida me brindaba la oportunidad para hacer un alto en el camino, «resetearme» y buscar esa mejora personal interior que muchos intentamos conseguir. Entre otras acciones, y por indicación de un amigo, me hice seguidora de tu blog y ha sido un acierto: posts como éste último me permiten reflexionar y evolucionar, y superar el sentimiento de mala suerte que alguna vez sigue apareciendo. Gracias.

    Natàlia

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  5. Strummer mayo 12, 2015

    Llevo unos días bastante tormentosos. Acabo de finalizar una relación, entre otras cosas porque la que era mi compañera conoció a otro chico por el que se siente atraida. Me considero una persona bastante equilibrada emocionalmente y llego a comprender que estas son cosas de la vida, así no le guardo ningún rencor a mi ex. Eso no quita que duela, pero es más llevadero… hasta que me empiezo a comparar con el otro chico,. Aflora en mí una sensación de inferioridad, como sí al compararme con el otro chico me hiciera sentirme acomplejado de mi persona… Es raro.
    Leer este artículo ha sido bastante reconfortante me ha dado otra perspectiva para gestionar estas malas sensaciones. Gracias y enhorabuena por el blog.

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  6. EvaHC mayo 12, 2015

    Uys!! Claro que me comparo y eso que está mal visto!! 😉

    Pero para mí no es algo negativo, porque no lo utilizo para tirarme piedras ni para agredir a nadie con envidias.

    Disfruto observando y conociendo la vida de las personas. Cuando pregunto y me cuentan, pongo mis 7 sentidos (sí, 7) en recrearme con sus respuestas. Con lo que dice… y con lo que calla.
    La mayoría de las personas tienen secretos de admiración.

    Entiendo el significado que le das al post de hoy, por lo que quiero añadir que como bien dices, hay que tener cuidado con los juicios, pues o te ayudan o te destruyen.

    Un abrazo.

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  7. martuki mayo 12, 2015

    yo me comparo continuamente, y lo unico que me hace es infeliz…. tenemos tendencia a compararnos con el de arriba claro esta, no con el de abajo… como es algo que hacemos incosncientemente cuando me doy cuenta lo cambio enseguida… y siempre digo|: nos pensamos que los jardines de los demas son mas verdes que los nuestros y no es asi

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  8. Cigi mayo 12, 2015

    Pues sí Marina, a veces es difícil darse cuenta en la vorágine de la comparación (yo estoy mal y el resto del mundo está bien) de que se trata de una falacia dañina, gracias por recordárnoslo :-).
    El blog de esta chica es muy inspirador, me voy a leer todas sus entradas sobre cómo superar el miedo.
    Un beso

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  9. amvelandia mayo 12, 2015

    Yo soy durísima conmigo misma, tengo que recordarme más a menudo de lo que me gustaría que soy suficiente y que lo que me gusta de los demás no es más que una imagen de mi mente, lo que yo veo de ellos, no lo que son; así que ultimamente estoy intentando aprovechar esa información de lo que admiro, incluso envidio de los demás como pistas de hacia dónde quiero crecer. Claro que esto en la teoría suena mucho más fácil de lo que es llevarlo a la práctica.

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  10. Pedro mayo 12, 2015

    Juzgarse a sí mismo, por costumbre, puede llegar ser muy despiadado. Leí en facebook una frase sobre este asunto que me encantó, decía algo así como «analízate para comprenderte, no para juzgarte».
    Fijarse en los demás puede ser muy positivo, pero no hay necesidad de anularse por desear contímuamente lo que no se tiene.

    Buen post Marina!

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  11. Rubén mayo 13, 2015

    Marina, ya echaba de menos una pedazo de entrada como esta. Ramalazo de desarrollo personal de los tuyos. Qué puedo decir…. tan solo, ¡enhorabuena!

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  12. Nur Costa mayo 13, 2015

    Historia preciosa…
    Siempre pienso que escribes unos posts maravilloso e insuperable.

    Hasta que escribes el siguiente.
    Grande humana. Y escritora.

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  13. Jorge mayo 13, 2015

    Resulta difícil no compararse con los demás cuando desde pequeños nos han metido la comparación en la mente más o menos como se alimenta en Francia a los gansos para obtener foie gras. Y así vamos creciendo: en lugar de un hígado hipertrofiado acabamos con un «complejo comparativo» hipertrofiado, nada bueno en cualquier caso. De esos colegiales buenecines que en las pelis americanas se ganan una estrella que la bonita profesora pega en la pechera del sonriente alumno aplicado, pasamos a «yo-soy-más-que-tú-porque-mi-coche-es-más-caro» (o a la inversa). Esta sociedad mima la comparación, la estimula, la fomenta. ¿Qué sería del capitalismo si todos estuviéramos satisfechos de nosotros mismos? Qué peligro…

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  14. Teresa mayo 13, 2015

    Fantástica entrada. Da gusto leerte.

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  15. vero mayo 19, 2015

    Gracias como siempre por ayudarnos a sentir que somos suficientes

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  16. Mariana mayo 25, 2015

    Gracias Marina, no solo te ayudas a ti misma sino que tienes la generosidad de compartirlo.

    EXCELENTE!!!!!

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  17. Annapurna mayo 25, 2015

    Buenas!! Qué entrada más interesante! Para coincidencias yo también escalo y somos pires de la misma promo. Me gusta esa forma de entender la psicología y de vivir la escalada. Salu2!

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  18. Rodando Caminos julio 25, 2015

    Hace poco vi una charla TED sobre la «felicidad sintética» (creo que ese era el término) que hablaba sobre cómo todos tenemos exactamente la misma capacidad para sentirnos felices a pesar de las circunstancias que nos hayan tocado. Este post me lo recordó.
    Muy bueno por cierto 🙂

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  19. Florencia octubre 29, 2015

    Me ha encantado.

    Se me acaba de grabar a fuego la frase, no sabes cuánto…

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